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CC RitaE - Pixabay

Estos son algunos factores que ignorábamos sobre el hierro

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Los científicos han relacionado el mineral con la enfermedad, pero no tienen pruebas sólidas contra él.

El mineral es una insignia de cualquier dieta sana, un lugar que se ha ganado por derecho propio: “Enriquece todos los tejidos del organismo con el combustible que necesitan, el oxígeno“, resume la internista Gemma Ortiz. Pero, como decía Paracelso, el veneno está en la dosis, y la que llevan los alimentos fortificados con hierro, entre los que se cuentan la leche, los zumos, los cereales y sus derivados, es tirando a alta.

Por si fuera poco, leer las etiquetas puede ser insuficiente para saber cuánto hierro te metes entre pecho y espalda. Un estudio publicado en la revista Journal of the American College of Nutrition reveló que los valores del mineral presentes en los cereales para desayunar que analizaron los científicos eran considerablemente más altos que los que reflejaba el etiquetado. Además, los investigadores concluyeron que el tamaño de las raciones indicadas en el envase poco tenían que ver con las que las personas tomaban en la realidad, casi un 200% más voluminosas.

En España, una investigación llevada a cabo para asesorar al antiguo Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación determinó que, en 2016, los españoles de entre 20 y 39 años consumieron el 136% de la cantidad recomendada del mineral, un dato que cayó hasta el 76% entre las españolas. Y eso que las cifras no tuvieron en cuenta a los alimentos fortificados.

La industria alimentaria lleva casi 100 años sacando partido al hierro, cuya función es imprescindible para nuestra supervivencia. Lo ha hecho con las latas de espinacas, con preparados alimenticios para el vigor de la familia y, más recientemente, a través de cereales de desayuno fortificados, panes enriquecidos y smoothies hipster de kale. Pero, al final, tanta fortificación ha acabado llamando la atención de la comunidad científica, que se ha planteado seriamente algunas preguntas.

Diversos grupos de investigación están empezando a poner el foco en los efectos de la sobrecarga de hierro en el organismo. De acuerdo con una revisión sistemática y metanálisis sobre el hierro y el riesgo de cáncer, llevada a cabo por científicos del Instituto Catalán Oncología, “una mayor ingesta de hierro hemo -que está presente en las carnes rojas y es el que mejor absorbe el organismo- ha mostrado una tendencia hacia una asociación positiva con el riesgo de cáncer”.

Pero los científicos, en un necesario alarde de cautela, aclaran que todavía “se deben realizar estudios prospectivos que combinen la investigación sobre la ingesta de hierro en la dieta, los biomarcadores de hierro, la susceptibilidad genética y otros factores relevantes para aclarar estos hallazgos”. Tras todo este trabajo, quizá puedan comprender mejor el papel del nutriente en el desarrollo del cáncer.

En: Buena Vida