Se sienta frente al mar, toma la fotografía en sus manos y derrama alguna lágrima que se pierde en el agua salada.
Giorgio Moffa, propietario de una de los restaurantes de la zona, se puso a recopilar los datos de la rutina de este hombre para conocer su historia.
Al tiempo, el dueño del local se armó de valor para conversar con él y se dio cuenta que, la mujer de la fotografía era su difunta esposa.
“Teníamos 16 y 17 años cuando nos besamos: fue la primera mujer de mi vida y el único amor que he tenido”, comentó Giordano.
Ella falleció hace siete años a causa de una larga enfermedad. A pesar de tener tres hijos, él “no puede estar sin ella, por eso lleva esa imagen enmarcada a todos los sitios,la mantiene apretada,como la cosa más preciosa”, comentó el restaurantero.