Sofía, pasaba hora enteras, esperando un mensaje, hasta que el sueño la vencía, hasta que su fuerza no le sostenía, su insomnio la agotaba, entre sabanas mojadas por sus lágrimas.
El mensaje nunca llegaba, excepto en aquellos momentos, en los que él la buscaba, porque la necesitaba, no la quería solo la disfrutaba.
Él tenía muy buen sexo, ella soñaba con que le hiciera el amor. Así pasaron los años, él nunca la eligió, aún así ella le espero.
Ella vio los años pasar, las ilusiones transformadas en dolores, sus sueños añejos, cargados de frustración, se convirtieron en su fuerza. Estoy sola, soy la que espera, soy la que siempre entiende.
Simplemente quiero más, se decía a sí misma. Un día ella borró el número, se levantó, dejó de contestar, se dio cuenta que no perdía nada, excepto ese personaje de fantasía.
Rubén, era el hombre de sus sueños solo en su mente, por eso al abrir los ojos se topaba con la soledad y el dolor de un amor fallido.
Simplemente dejó de contestar, dejó de esperar, se decidido a avanzar, lloró. Sofía sabía que no perdía nada.
En: Besame.cr
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