Las dificultades de la vida deben ser la oportunidad para moldearnos, para salir adelante, para enfrentar nuevos retos. Somos el diamante más preciado de Dios, la piedra que él siempre está moldeando para que seamos mejores.
Siempre hay que buscar lo mejor de los golpes de la vida y aprovechar para replantear muchos aspectos de nuestra vida.