
El portal especializado Sisa señala que el lino es incluso más fuerte que el algodón y, además, es una tela cómoda, fresca y ligera, con un secado rápido.
“Es un material muy noble: mientras más se usa y se lava, más suave se vuelve con el tiempo y se adapta mejor a su usuario. Con los cuidados adecuados, mantiene sus propiedades durante muchos años”, explicaron.
Lavar a mano o en ciclo suave: El lino es una tela delicada, por lo que se recomienda lavarlo a mano con agua fría o en lavadora usando un ciclo suave con agua fría o tibia (máximo 30°C).
Usar un detergente suave: Evita detergentes agresivos o blanqueadores, ya que pueden debilitar las fibras del lino.
No sobrecargar la lavadora: Lava las prendas de lino por separado o con telas similares para evitar el roce excesivo que puede desgastar la tela.
Evitar el uso de la secadora: Seca el lino al aire libre, extendiéndolo en una superficie plana o colgado en una percha para evitar deformaciones.
Sacudir la prenda antes de secar: Esto ayuda a reducir las arrugas y facilita el planchado posterior.
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Planchar cuando aún esté húmeda: El lino se arruga con facilidad, pero el calor y la humedad ayudan a eliminar las arrugas con mayor facilidad. Si la prenda ya está seca, puedes rociarla con agua antes de planchar.
Usar una temperatura media-alta: Ajusta la plancha a una temperatura media-alta y asegúrate de que tenga función de vapor.
Planchar por el revés: Para evitar marcas brillantes en la tela, es recomendable planchar el lino por el lado interno o colocar un paño de algodón entre la plancha y la prenda.
Seguir la dirección de las fibras: Plancha en líneas rectas siguiendo el tejido natural del lino para mantener su textura original.
Guardar correctamente: Una vez planchado, cuelga la prenda en un gancho o dóblala suavemente para evitar que se arrugue nuevamente.
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