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Enrique creció entre silencios. Sus padres se separaron cuando él tenía apenas tres años, y desde entonces, el vacío paterno se hizo rutina. Mientras el mundo lo veía como un ídolo, en casa era solo un hijo distante. Cuando grabó ‘Quizás’ en 2002, su voz se quiebra porque no está actuando. Está hablando con el niño que fue, con el padre que no estuvo.
“Quizás fue mi culpa por no seguir tus pasos, quizás te ignoré por no escuchar tus palabras…” No son letras, son heridas abiertas. Ese álbum, que lleva el mismo nombre, fue su forma de decir “estoy roto, pero sigo cantando”.
Nadie sabe si Julio Iglesias la escuchó, pero millones de hijos con padres ausentes sí lo hicieron. Y entendieron que ‘Quizás’ no es solo una canción. Es un grito silencioso, un abrazo que nunca llegó, y la muestra de que a veces cantar es la única forma de sobrevivir.
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Porque hay despedidas que no se dicen con palabras… se dicen con música.
Hasta la vuelta.
Escrito por: Sara Florez