La forma en que ubicamos los muebles en nuestro dormitorio puede influir mucho más de lo que imaginamos en nuestro bienestar. Según principios el Feng Shui, la posición de la cama puede llegar afectar cómo dormimos, cómo nos sentimos y hasta nuestra energía diaria.
La posición más recomendable para ubicar la cama es aquella en la que se puedes ver la puerta desde la cama, esta ubicación se conoce como la “posición de mando” y genera una sensación de seguridad permitiendo que la persona se sienta protegida y consiente de su entorno.
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Según el experto en Feng Shui, Astrid Izquierdo, cuenta en una entrevista con ‘El Mueble’ que “el dormitorio es el espacio dedicado al descanso y a la intimidad por eso es importante que la energía o Chi de este espacio, sea yin, de reposo y de calma”. Para que nosotros tengamos una energía tranquila en la habitación, debemos tener en cuenta los objetos y colores que predominen los elementos tierra, tratando de generar un ambiente de equilibrio.
Astrid menciona que “La mejor ubicación de la cama es con el cabecero apoyado en una pared y fuera del recorrido puerta-ventana. Es importante colocar un buen cabecero para generar sensación de protección. Los más recomendables son los de madera, evita los de metal” .
Además, es clave evitar cualquier tipo de contacto visual por la acumulación de objetos. Por ejemplo, tratemos de no acumular debajo de la cama los zapatos, herramientas y objetos pesados porque afecta nuestro equilibrio energético.
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Astrid nos dice que evitemos colocar los pies de la cama directamente en una línea recta con la puerta de salida, debido a que nos hará estar más atentos a los ruidos o movimientos que se den en tu pasillo de la casa, afectando la sensación de descanso.
De igual forma, nos aconseja no colocar la cama frente a la puerta del baño, para evitar el contacto energético con la humedad y posibles alteraciones en el equilibrio del espacio.
Finalmente, no debemos colocar la cama debajo de una viga de techo, ya que esto puede generar en nuestro subconsciente una sensación de opresión que logra activar instintivamente nuestro sentido de supervivencia y no logremos descansar bien.
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