Noticias

Oración milagrosa a la Virgen de Chiquinquirá completa: plegarías del día 1 al día 9

Esta novena fue construida utilizando textos de Juan Pablo II, quien visitó el Santuario en 1986.

margarita.contreras
Archivado en:
Comparte:
220725 Oraciones

En Colombia hay millones de fieles católicos y gran parte de ellos son devotos a Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá o, simplemente, la Virgen de Chiquinquirá. Es considerada la Patrona de Colombia, pues así la declaró el Papa Pío VII en 1829 y desde entonces se celebra una fiesta en su honor.

Cada 9 de julio es el día de esta advocación mariana y muchos turistas llegan al Santuario de la Patrona de Colombia para rezarle ante el lienzo original con su imagen que es custodiado por los hermanos dominicos, pero no tienes que esperar a tal fecha ni ir hasta Boyacá para manifestarle tu agradecimiento y más puros deseos.

Sigue leyendo: Oración a Santa Rita de Casia para casos muy difíciles y desesperados: así debes rezarle

A continuación, te compartimos la novena que puedes hacer desde tu casa, tomada de la página web de la Arquidiócesis de Bogotá.

Créditos: Getty Images

Oración para todos los días

Reina y Madre del Rosario de Chiquinquirá, bella flor de nuestra tierra, renovada en destellos de luz y de hermosura, luces radiante en tu imagen soberana los colores del patrio pabellón. Eres tú nuestra gloria y el orgullo de nuestra raza, Madre de Dios y Madre nuestra. En rústico lienzo tu rostro se ilumina y renuevas tu imagen en celestial fulgor, dando a tus hijos la graciosa prenda de la luz inmortal de tu Hijo Salvador.

Ciñe tus sienes la real diadema que corona tu hermosura y tu maternal bondad, símbolo fiel de nuestro entrañable afecto y de tus hijos el filial amor. A ti te cantan celestiales voces que te aclaman por Reina de la paz y el pueblo entero jubiloso te presenta el don de su fervor. En los difíciles tiempos de dolor y angustia tú, que eres Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; extiendes tu cetro soberano y cubres gloriosa con tu egregio manto a todos los que sufren la tribulación.

Hermosas flores mezcladas con tierra colombiana dieron a tu precioso lienzo celestial color; brote la tierra perfumadas flores que rindan culto a tu sagrada imagen, madre llena de gracia y de virtud. Tu divina presencia renovada, Reina y Madre, bendiga nuestra amada tierra y renueve a tus hijos en la luz de la verdad.

Vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, inagotable fuente de gracia y de ternura; recibe complacida Madre y Señora, la humilde romería de nuestro inquieto corazón que llega peregrino a tu Santuario, casa del consuelo y la alegría, donde tú, Oh Madre clemente y pía, escuchas nuestros clamores. Amén.

Primer día

Alégrate, María. Te saludamos con el Ángel: Llena de gracia. El Señor está contigo.

Te saludamos con Isabel: ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¡Feliz porque has creído a las promesas divinas!

Te saludamos con las palabras del Evangelio: feliz porque has escuchado la Palabra de Dios y la has cumplido. Dichosa, porque a impulsos de tu fe, en respuesta al anuncio del Ángel, acogiste en tu seno la Palabra del
Dios vivo.

Dichosa Tú, María, por haber pronunciando aquel bienaventurado “fiat” que te convirtió, por virtud inefable, de Sierva del Señor en la Madre del Verbo Eterno: Dios de Dios, Luz de Luz, hecho hombre en tus entrañas virginales. ¡El Verbo se hizo hombre!

Segundo día

Te saludamos, Madre de Chiquinquirá, Tú eres la ¡llena de gracia! Te alabamos, Hija predilecta del Padre. Te bendecimos, Madre del Verbo divino. Te veneramos, Sagrario del Espíritu Santo. Te invocamos, Mаdre y Modelo de toda la Iglesia. Te contemplamos, imagen realizada de las esperanzas de toda la humanidad.

Tu fe es incesantemente la guía de nuestra fe. El Espíritu Santo se vale de Ti oh Sierva del Señor, para derramar sobre nosotros la gracia de la que fuiste llena con el anuncio del Ángel. Participamos en tu fe, María. En el horizonte de nuestra vida -de esta vida nuestra, a veces difícil y llena de oscuridad-aparece una gran luz: Jesucristo tu Hijo, al que nos entregas con amor de madre.

El profeta Isaías nos dice del Mesías que “Su nombre será: Maravilla de Consejero, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la Paz”.

Tercer día

¡El Señor está contigo!. Tú eres la Virgen de la Anunciación, el Sí de la humanidad entera al misterio de la salvación.

Tú eres la Hija de Sión y el Arca de la nueva Alianza en el misterio de la visitación.

Tú eres la Madre de Jesús, nacido en Belén, la que lo mostraste a los sencillos pastores y a los sabios de Oriente.

Tú eres la Madre que ofrece a su Hijo en el templo, lo acompaña hasta Egipto, lo conduce a Nazaret.

Virgen de los caminos de Jesús, de la vida oculta y del milagro de Caná. Madre Dolorosa del Calvario y Virgen gozosa de la Resurrección. Tú eres la Madre de los discípulos de Jesús en la espera y en el gozo de Pentecostés.

Cuarto día

Porque esperaste en sus promesas, porque fuiste perfecta en el amor. Bendita por tu caridad premurosa con Isabel, por tu bondad materna en Belén, por tu fortaleza en la persecución, por tu perseverancia en la búsqueda de Jesús en el templo, por tu vida sencilla en Nazaret, por tu intercesión en Caná, por tu presencia maternal junto a la

cruz, por tu fidelidad en la espera de la resurrección, por tu oración asidua en Pentecostés. Bendita eres por la gloria de tu Asunción a los cielos por tu materna protección sobre la Iglesia por tu constante intercesión por toda la humanidad.

Puedes leer: Oración a Santa Marta para los martes: vela y ritual para pedir por casos desesperados

Quinto día

Bendito el fruto de tu vientre. Tú eres María, la Madre del Señor, la que lleva por los caminos del mundo, irradiando la salvación, a aquel que es el Emmanuel, el Dios con nosotros, el Dios cercano que ha venido a
habitar en medio de los hombres.

¡Dichosa Tú, porque gracias a tu acatamiento de la Palabra de Dios, se cumplió, ya en la plenitud de los tiempos, el acontecimiento más señalado por los profetas para la vida y para historia de la humanidad: “El pueblo que andaba en tinieblas, vio una luz grande”: tu Hijo Jesucristo, el Hijo del Dios vivo, el Redentor del hombre, el Redentor
del mundo!

Por eso eres María la “Estrella de la evangelización”; la que, con su bondad maternal, acerca a todos -y en especial a los humildes- a los más sublimes misterios de nuestra religión.

Sexto día

Santa María, Madre de Dios, queremos consagrarnos a Ti porque eres Madre de Dios y Madre nuestra. Porque tu Hijo Jesús nos confió a todos a Ti. Porque has querido ser Madre de esta Iglesia de Colombia y has puesto aquí en Chiquinquirá tu santuario. Nos consagramos a Ti todos los que hemos venido a visitarte. Te consagro toda la Iglesia de Colombia, con sus Obispos, sacerdotes y fieles; los religiosos y religiosas, que ofrendan su vida por el reino de Cristo. Los jóvenes, que han acogido la llamada del Señor.

Los esposos cristianos en la unidad e indisolubilidad de su amor con sus familias. Los laicos comprometidos en el apostolado. Los jóvenes que anhelan una sociedad nueva. Los niños que merecen un mundo más pacífico y humano. Los enfermos, los pobres, los encarcelados, los perseguidos, los huérfanos, los desesperados, los moribundos.

Te consagro toda esta nación de Colombia de la que eres, Virgen de Chiquinquirá, Patrona y Reina. Que resplandezcan en sus instituciones los valores del Evangelio.

Séptimo día

¡Ruega por nosotros pecadores! Madre de la Iglesia, bajo tu patrocinio nos acogemos y a tu inspiración nos encomendamos. Te pedimos por la Iglesia de Colombia, para que sea fiel en la pureza de la fe, en la firmeza
de la esperanza, en el fuego de la caridad, en la disponibilidad apostólica y misionera, en el compromiso por promover la justicia y la paz entre los hijos de esta tierra bendita.

Te suplicamos que toda la Iglesia de Latinoamérica se mantenga siempre en perfecta comunión de fe y de amor, unida a la Sede de Pedro con estrechos vínculos de obediencia y de caridad.

Te encomendamos la fecundidad de la nueva evangelización, la fidelidad en el amor de preferencia por los pobres y la formación cristiana de los jóvenes, el aumento de las vocaciones sacerdotales y religiosas, la generosidad de los que se consagran a la misión, la unidad y la santidad de todas las familias.

Te podría interesar: Salmo para romper ataduras y maldiciones: mejor momento del día para hacer esta oración

Octavo día

¡Virgen del Rosario, Reina de Colombia, Madre nuestra! Ruega por nosotros ahora. Concédenos el don inestimable de la paz, la superación de todos los odios y rencores, la reconciliación de todos los hermanos. Que cese la violencia fratricida. Que progrese y se consolide el diálogo y se inaugure una convivencia pacífica. Que se abran nuevos caminos de justicia y de prosperidad. Te lo pedimos a Ti a quien invocamos como Reina de la Paz. ¡Ahora y en la hora de nuestra muerte!

Te encomendamos a todas las víctimas de la injusticia y de la violencia, a todos los que han muerto en las catástrofes naturales, a todos los que en la hora de la muerte acuden a Ti como Madre y Patrona. Sé para todos nosotros, Puerta del Cielo, vida, dulzura y esperanza, para que juntos podamos contigo glorificar al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.
¡Amén!

Noveno día

Te saludamos, Reina Madre de misericordia, Madre del verdadero Dios y Madre de Iglesia! Tú, que desde tu Santuario manifiestas tu clemencia y tu compasión a todos los que solicitan tu amparo; escucha la oración
que con filial confianza te dirigimos, y preséntala ante tu Hijo Jesús, único Redentor nuestro.

Madre de misericordia, Maestra del sacrificio Escondido y silencioso, Tú, que sales al encuentro de nosotros, los pecadores, te consagramos también nuestra vida, nuestros trabajos, nuestras alegrías, nuestras enfermedades y nuestros dolores. Intercede ante tu Hijo por la paz, justicia y la prosperidad de nuestro pueblo.

Queremos ser totalmente tuyos. Concede a nuestros hogares la gracia de amar y de respetar la vida que comienza con el mismo amor con el que concebiste en tu seno la vida del Hijo de Dios.

Madre del Amor Hermoso, protegea nuestras familias, bendice la educación de nuestros hijos. Vida, Dulzura y Esperanza nuestra, míranos con compasión y enséñanos a ir continuamente contigo a Jesús y, si caemos, ayúdanos a levantarnos, a volver a Él, mediante la confesión de nuestra culpas y pecados en el sacramento de la Penitencia, que trae sosiego al alma.

Así, Madre Santísima, con la paz de Dios en la conciencia, con nuestros corazones libres de mal y de odios, podremos llevar a todos la verdadera alegría y la verdadera paz, que vienen de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, que con Dios Padre y con el Espíritu Santo, vive y reina pоe los siglos de los siglos. Amén.

Más noticias:

MÁS SOBRE:

Exit mobile version