
No obstante, un experimento de una reconocida psicóloga demostró que esto no es del todo cierto y que, por el contrario, contribuye a la frustración.
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Carol Dweek, catedrática de Psicología social en la Universidad Stanford, hizo el experimento de dos maneras.
Primero, le entregó a un grupo de niños de 4 años una serie de rompecabezas muy fáciles para su edad. Cuando lograron resolverlos les ofrecieron la posibilidad de volver a hacer los mismos rompecabezas o de probar con otro más difícil.
Los niños considerados más inteligentes decidieron volver a hacer el fácil, mientras que los demás optaron por enfrentarse al reto.
Luego hizo el experimento con niños de 11 años y el resultado fue el mismo. De esta manera, la académica concluyó que decirle a un menor que es muy inteligente lo convierte en un individuo de mentalidad fija; es decir, los hace más propensos a evitar desafíos por miedo al fracaso.
Al mismo tiempo, concluyó que al aplaudir el esfuerzo en lugar de la inteligencia se fortalece la mentalidad de crecimiento. Así, los niños creen que sus habilidades pueden desarrollarse con dedicación y trabajo duro.
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Con todo esto se puede deducir que el problema no es el elogio en sí, sino cómo se formula y con qué frecuencia se repite. Por tanto, lo más recomendable es pronunciar frases como “¡Trabajaste muy duro!” o “Fuiste muy creativo a la hora de resolverlo”.
Desde aquí, te animamos a practicar este tipo de refuerzo con tu hijo.
Por: Margarita Contreras D.