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CC Pixabay - sweetlouise

Lo que debes saber para elegir un brasier adecuado

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Mary Phelps Jacobs estaba harta de hacer malabarismos para evitar que el artificioso corsé de la época asomara por el escote de su vestido. Un buen día, mientras la mujer de la alta sociedad neoyorquina se preparaba para una fiesta, cansada de la incómoda prenda, optó por quitársela y sustituirla por dos pañuelos de seda blanca atados con un cordón que se colocó en el pecho, a modo de sujeción. Así fue como, por casualidad, creó y patentó el primer sujetador de la historia.

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Fue en 1913, con el nombre de backless brassiere, que significa “corsé sin parte trasera” en inglés. Aquello significó toda una liberación para la mujer, ya que los efectos para la salud de aquellos corsés eran nefastos: provocaban desde mareos hasta problemas respiratorios, pasando por hemorragias internas. Pero la historia de esta prenda de lencería, originalmente tan sencilla, cambió al vender los derechos de la patente a la Warner Brothers Corset Company, que comenzó a fabricarlos a escala industrial. Así empezó el lío.

Un lío, sí, porque los empresarios incorporaron el volumen de los pechos al tallaje del sujetador. O sea, que fueron los autores de las copas de sujetador que utilizamos hoy en día y que se indican con las letras A, B, C, D(dependiendo de las empresas de corsetería y los países, el abecedario puede prolongarse hasta la N). Estas letras traen de cabeza a las mujeres pues, a juzgar por la estadística, parece que no somos capaces de dar con la talla adecuada (y deshacernos de esta prenda tampoco es una recomendación que pueda hacerse a la ligera).

Las encuestas, que suelen repetirse a menudo (casi anualmente), aseguran que entre el 70% y el 80% de las mujeres llevan a diario una talla de sujetador equivocada. Pero elegir la letra adecuada no es el único obstáculo que una mujer debe afrontar a la hora de elegir sujetador, hay otras preguntas que se repiten menos y que son igual de relevantes.

Casi no tengo pecho, ¿necesito llevarlo?

Dejando a un lado el uso del sujetador como herramienta estética y centrándonos en su uso práctico, hay que saber que no hay músculo dentro de la mama, por lo que todo su peso recae en unas bandas de tejido conocidas como ligamentos de Cooper. Si estos se destensan, ya no hay marcha atrás: no vuelven a recuperar su estado original. La experta explica que por eso “hay mujeres que tienen poco pecho y que deciden prescindir del sujetador, ya que no tienen peso que sujetar y no encuentran ninguna ventaja llevándolo (aunque, si hacen deporte, sí deben hacerlo porque esta actividad implica un desplazamiento). Para aquellas mujeres con mucha mama si es recomendable su uso, ya que no utilizarlo puede hacer que estos ligamentos que sujetan la mama se estiren por efecto de la gravedad y lleguen a provocar un dolor que puede llevar, a la larga, a problemas posturales y dolores de espalda, hombros e incluso de cabeza”.

No es lo mismo si haces yoga que atletismo

Cuando se practica un ejercicio físico con cierta intensidad, la mama oscila y la musculatura y los tejidos del pecho pueden sobrecargarse”, explica la médica. Por eso es necesario el uso de sujetadores especiales cuando practicamos deporte. Según el grupo de investigación en salud del seno de la Universidad de Porstmouth, el movimiento de los pechos de una mujer durante el ejercicio puede variar de 4 centímetros durante una caminata a 15 centímetros cuando una corre (aunque algunos senos llegan a desplazarse hasta 21), y este movimiento multidireccional puede causar dolor. La profesora de biomecánica Joanna Scurr, quien dirige el grupo de investigación, afirma que “hacer ejercicio con un sostén deportivo bien ajustado es tan importante como correr con las zapatillas adecuadas”.

Claro que no es lo mismo practicar alguno de los innumerables tipos de yogaque boxeo, y la intensidad del deporte es la clave para elegir la prenda más adecuada. “Un buen sujetador deportivo debe recoger y comprimir las mamas. Los mejores modelos son aquellos en los que las tiras convergen en el centro de la espalda y no pueden deslizarse por los hombros. Las costuras deben ser imperceptibles, que no causen marcas o rozaduras, el tejido, transpirable para mantener la piel seca y con temperatura normal. Tampoco debe contener aro (puede ocasionar cardenales internos al impactar con el pecho) u otros elementos metálicos”, explica la jefa de Ginecología del Hospital del Henares.

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El grado de compresión depende del tipo de ejercicio. Los deportes de bajo impacto, como un entrenamiento relajado en el gimnasio, el yoga y el pilates, suelen ser estilo top y de materiales muy suaves al tacto. Las disciplinas como el baloncesto y el ciclismo, de impacto moderado, necesitan sujetadores con tirantes más anchos y que proporcionen más estabilidad. Las actividades de alto impacto, como el atletismo, que implican movimientos bruscos y rápidos, precisan sostenes que compriman el pecho y reduzcan sus movimientos. Lo complicado es que no aprieten al mismo tiempo, que la mujer pueda sentir la sensación de tener el pecho recogido, sin que se mueva nada, pero también la de que puede respirar cómodamente.

¿Cómo elijo mi primer sujetador?

La experta asegura que “no existe una edad concreta a partir de la cual sea necesario usar sujetador. El desarrollo mamario tiene lugar entre los 11 y los 15 años, y la necesidad de su uso va a depender del volumen de este. Lo ideal es que este primer sujetador sea sin aro, de algodón y sin costuras, ya que la misión que tiene es la de realizar una sujeción ligera”.

CINCO COSAS QUE DEBES SABER SOBRE LA COPA DEL SOSTÉN

El hecho de que no exista un tallaje universal, junto a la creencia errónea de que la talla de sujetador no cambia a lo largo de la vida, hacen que elegir la prenda no sea sencillo. Para facilitar las cosas, el grupo de investigación en salud del seno de la Universidad de Portsmouth, un centro de investigación de la biomecánica de la mama al que acuden muchas empresas de lencería de todo el mundo para pedir asesoramiento, recomienda olvidarse de las copas y, una vez estemos dentro del probador, centrarnos en cinco aspectos:

1. Fíjate en el tirante: Una vez ajustado (el pecho no es simétrico, por lo que uno puede estar perfectamente más alto o bajo que otro), no debe resbalar ni hundirse en los hombros. Algunos estudios han mostrado que los sujetadores pueden llegar a provocar deformidades al ajustarlos mal o hacer mucha presión.
2. Así se comprueba la banda: Es la parte que sujeta el aro y ayuda a mantener toda la sujeción. Por ello, para comprobar que la banda se ajusta adecuadamente, debe mantenerse nivelada alrededor de la caja torácica. Para comprobar que es así, separa la banda de tu torso tirando de ella con los dedos y observa el espacio que deja: no debería ser mayor de 5 centímetros.
3. La importancia de las costuras interiores y el aro: El aro o la costura (en caso de ser un sujetador sin aro) nunca deben descansar sobre la mama y, además, tienen que cubrir todo el seno, hasta llegar hasta el área de la axila.
4. Cómo debe actuar la copa: Las copas tienen que envolver toda la mama, deben sostener todo el seno, sin abultamientos ni espacios a los lados o en la parte superior o inferior. Prueba a doblar tu espalda hacia adelante, tienes que ver que el pecho queda dentro de la copa.
5. Comprobar el frente central o el puente: El puente o el frente del sujetador deben descansar planos, sin protuberancias, contra el esternón. Si no es así, hay que probar con una talla más de copa.

En: BuenaVida / ElPaís.com