
Según explicó Echevarría, el término correcto para referirse a diagnósticos como el síndrome de Down, el síndrome de Asperger, el autismo y otros trastornos del desarrollo es precisamente ese: condiciones especiales. Usar una terminología adecuada, dijo, no solo es una muestra de respeto, sino que también contribuye a disminuir el estigma social.
Echeverría recalcó que el momento más propicio para atender estas condiciones es la infancia, ya que durante los primeros años la plasticidad cerebral es mayor y las intervenciones terapéuticas tienen un impacto más profundo y duradero.
“Cuanto antes se empiece, mejores serán las posibilidades de desarrollo y adaptación”, señaló.
El experto advirtió que, después de la adolescencia —específicamente tras los 17 años—, el abordaje debe estar principalmente en manos de un psiquiatra, y que, dependiendo de la magnitud y la complejidad del caso, es recomendable un trabajo en conjunto con psicólogos, terapeutas ocupacionales, fonoaudiólogos y otros profesionales de la salud. Este enfoque interdisciplinario es fundamental para ofrecer un tratamiento integral que abarque todas las áreas del desarrollo de la persona.
Su mensaje final fue contundente: la detección y atención temprana no solo mejoran la calidad de vida de quienes tienen condiciones especiales, sino que también fortalecen a las familias y a la comunidad en su conjunto. La prevención y el acompañamiento desde los primeros años son, sin duda, las herramientas más poderosas para construir un futuro más inclusivo y con mayores oportunidades para todos.
Por: Sara Flórez