¿Por qué las personas suben de peso después de los 40 años?

CC Pixabay / taniadimas

¿Por qué las personas suben de peso después de los 40 años?

cespinosa

Ganar kilos después de los 40 no tiene por qué ser negativo, pero no te resignes si notas que el incremento se ha desmadrado y eso te resta bienestar; el siguiente cumpleaños puede ser el de la cintura ancha.

¿Por qué no cultivamos el arte de controlar la tendencia natural a engordar? Para empezar a hacerlo, hay que saber que la inclinación a subir de talla “se debe a una serie de cambios en el metabolismo energético, hormonales y en la composición corporal”, detalla la coordinadora del grupo de obesidad de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), Nuria Vilarrasa. Lo primero es detectarlos, ya vendrán los sacrificios si son necesarios y, en caso de sobrepeso u obesidad, bienvenidos sean.

 

Irónicamente, una se las ve y se las desea para perder un mísero kilo cuando, desde la perspectiva científica, el peso corporal depende de un cálculo insultantemente sencillo: energía ingerida menos energía gastada. El resultado, que tiende a crecer en kilos y en preocupación a lo largo de la vida, está relacionado con la energía que ingresamos con la comida, y la que empleamos en digerirla, por una parte. Por la otra está la que gastamos en perpetuar funciones corporales como respirar, mantener el corazón bombeando sangre y la temperatura corporal en sus niveles óptimos, lo que se conoce como metabolismo basal.

Conocer la cantidad de energía que empleamos en cada uno de estos apartados explica por qué hacer deporte no es la mejor manera para recortar calorías. Las estimaciones indican que el cuerpo utiliza alrededor del 10% de la energía para digerir la comida, y entre el 25% y el 33% sirve de combustible para la actividad física (depende de las características de cada cual, cuanto más alta y pesada es una persona, más energía necesita para moverse). Pero la mayor parte se esfuma al alimentar funciones corporales de las que generalmente no somos conscientes. Entre el 55% y el 65% de la energía que gastamos cada jornada se emplea en procesos que tienen lugar en el más absoluto de los reposos.

Un adulto medio destina en torno a 1,1 kilocalorías por minuto para mantener las funciones básicas, lo que suman 1.584 a lo largo del día. Merece la pena detenerse a pensar en la cifra (no la tomes como un dato inamovible, varía de una persona a otra). Es en ella donde hay que buscar la trampa por la que uno engorda con la edad, sin saber muy bien por qué. “El gasto energético en reposo disminuye aproximadamente un 5% por década y este descenso puede doblarse a partir de los 50 años”. Eso significa que, si ya has pasado de los 40, una chica o un chico de 16 años consumen cuando duermen del 15% al 20% más de calorías que tú en las mismas circunstancias, y la diferencia solo se incrementará a partir de entonces. También quiere decir que “si la ingesta y actividad se mantienen constantes, el organismo tiende a ganar peso”, explica la experta de la SEEN.

 

Otra de las razones que hacen que sea tan difícil mantener la talla es que con la edad disminuye la masa muscular (o masa magra) y aumenta la grasa. Teniendo en cuenta que el músculo es el tejido que más calorías quema, en torno a tres cuartas partes de todas las que el cuerpo consume en reposo, es lógico que cada vez se quemen menos calorías y que más energía se almacene en forma de grasa.

Por si fuera poco, en la carrera por mantener la línea también hay que hacer frente a diferencias de género. El volumen de la musculatura alcanza su máximo alrededor de los 25 años, cuando suma el 30% de la masa corporal de una persona sana. Este pico es mayor en los hombres que en las mujeres porque la testosterona estimula la generación del tejido muscular y las hormonas están íntimamente relacionadas con este proceso.

En: ElPaís.com / BuenaVida