
Elegir los colores adecuados puede marcar la diferencia, transmitiendo energía, confianza y vitalidad, mientras se mantiene una apariencia madura y segura de sí misma. Más allá de la moda pasajera, estos tonos buscan resaltar la belleza natural y reforzar la presencia personal de cada mujer.
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Ciertos colores se destacan por su capacidad de rejuvenecer y actualizar la imagen sin recurrir a cambios drásticos. Los tonos seleccionados pueden adaptarse tanto a situaciones cotidianas como a eventos más formales, demostrando que la sofisticación no está reñida con la modernidad.
Los beige y los blancos rotos, con un ligero brillo, son excelentes opciones, debido a que abren visualmente la piel y dan sensación de manos más suaves y cuidadas. Son colores versátiles, que combinan con todo tipo de atuendos y siempre lucen elegantes.
Por su parte, los corales suaves y los tonos durazno aportan vitalidad y un resplandor saludable, manteniendo la sofisticación sin recurrir a colores demasiado intensos.
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Los azules profundos, como el navy, ofrecen un toque elegante similar al negro, pero menos duro, perfecto para looks nocturnos o de oficina.
Los pasteles fríos, como el lavanda o el malva suave, aportan frescura y suavizan la apariencia de manchas o venas, ofreciendo un estilo delicado y moderno.
Finalmente, los acabados limpios, casi blancos o marfil, brindan una sensación de pulcritud y manos cuidadas, ideales para uñas cortas o cuadradas y para quienes buscan un estilo discreto pero elegante.
En conjunto, estos colores rejuvenecen porque iluminan la piel, disimulan imperfecciones y aportan elegancia atemporal, evitando que las manos se vean pesadas o envejecidas. Además, muchos de estos tonos están en tendencia actualmente, como los verdes oliva, pasteles suaves y los acabados “sheer” o glaseados.