
En una relación ocurren tantas situaciones a diario que no siempre son positivas y a veces, por el mismo amor que se le tiene a la pareja, se dejan pasar. No obstante, hay comportamientos como los gritos constantes que no constituyen una simple reacción emocional o un mal día: es un tipo de abuso que no debe normalizarse.
Según especialistas, tolerar repetidamente estas conductas puede afectar la autoestima, la salud mental y el bienestar de quien las sufre. Y si no pones límites la naturaleza de tu relación se va a afectar.
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De acuerdo con la Asociación de Psicólogos de Madrid, los gritos en una relación pueden tener diferentes causas, pero ninguna los justifica:
Estrés y tensión acumulada
Las discusiones sin resolver o la presión de la vida diaria pueden llevar a la persona a que estalle en gritos. En lugar de tomarlo como algo personal, lo recomendable es promover espacios de comunicación tranquila o actividades que reduzcan la tensión.
Problemas externos que afectan la comunicación
Dificultades en el trabajo, conflictos familiares o crisis personales mal gestionadas también pueden trasladarse al ámbito de pareja. Aquí es fundamental fomentar la empatía y abrir espacios seguros para expresar preocupaciones sin juicios.
Dificultades emocionales internas
Trastornos como la ansiedad, depresión o baja autoestima pueden manifestarse en comportamientos irascibles. En estos casos, lo mejor es buscar ayuda profesional, ya que la raíz del problema no se soluciona únicamente dentro de la relación. Como pareja puedes ser un gran apoyo en este proceso.
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Si te encuentras pasando por esta situación, la primera clave es reconocer que este comportamiento no es una forma sana de comunicarse ni tampoco es una muestra de amor. Al contrario, están dañando tu autoestima y aprovechándose de tu confianza.
Estas son algunas de las cosas que puedes hacer:
Si los gritos son esporádicos y la persona los reconoce como un problema, la terapia puede ayudar a cambiar esa conducta. Sugiérele ir a terapia juntos e individualmente para salvar la relación.
Si los episodios son frecuentes, interminables o se acompañan de otras formas de maltrato, es preciso preguntarse si vale la pena permanecer en esa relación. Lo más difícil es salir de allí, pero luego todo será más llevadero.
En este sentido, el doctor Leon F. Seltzer, en el blog de Psychology Today, explica que intentar razonar en medio de un ataque de ira es inútil: “Las personas que ya están hirviendo emocionalmente no pueden escuchar lo que estás diciendo. En su estado de sobreestimulación, intentar defenderse o justificarse solo les hará sentir que invalidas sus quejas”, lo cual empeora la situación.
Por tanto, identificar los gritos como abuso es el primer paso para proteger tu salud emocional. Luego puedes proceder a poner límites, fomentar la comunicación respetuosa y acudir a ayuda profesional para no quedar atrapado en ese círculo vicioso.
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