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¿Se puede tener una herida de abandono aún si crecí con mi padre? Esto dice una experta
Esta clase de traumas pueden desencadenar en depresión en el futuro, por lo que hay que tratarlos de la mano de un profesional.
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¿Has escuchado casos en los que algunas mujeres deciden relacionarse con hombres mayores y se atribuye esa elección a una herida de abandono? Aunque puede sonar como un concepto ajeno, lo cierto es que muchas personas lo viven sin siquiera identificarlo.
En entrevista con las INEXPERTAS de Bésame, la mentora de mujeres, escritora y psicoeducadora Alexandra González explicó que las heridas de abandono hacen referencia a “eventos adversos o traumáticos durante la infancia”, los cuales pueden derivar tanto de un abandono físico como emocional.
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¿Cómo se manifiesta la herida de abandono?
De acuerdo con González, estas experiencias dejan marcas profundas que se traducen en patrones de comportamiento en la vida adulta. En el campo de la psicología, se coincide en que la herida de abandono puede verse reflejada en:
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Dependencia emocional
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La necesidad constante de aprobación
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La dificultad para poner límites
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E incluso en episodios de aislamiento y depresión
Todo esto surge de una carencia afectiva que, muchas veces, pasa desapercibida en la infancia.
¿Se puede tener una herida de abandono aún con el padre presente?
La respuesta es sí. González aclaró que no basta con que un padre esté en casa físicamente, pues hay padres que, aún estando en el hogar, no están presentes o se dedican únicamente a proveer, pero no dan un consejo ni un abrazo. Otros pasan tanto tiempo fuera que sus hijos no los perciben como figuras de autoridad.
Este tipo de ausencia emocional genera un vacío porque, como explica la experta, “mientras la mujer da afecto, el hombre da afirmación e identidad”. Entonces, cuando esto falta, el niño o la niña puede crecer sin una noción clara de quién es, desarrollando inseguridad y dificultades en sus relaciones futuras.
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¿Cómo sanar la herida de abandono?
Sanar no es sencillo, pero sí posible. Alexandra González subraya una frase que repite constantemente: “El pasado predispone, pero no predetermina”. Es decir, aunque las experiencias de la niñez influyen en la manera de relacionarse en la vida adulta, estas no definen el futuro.
La especialista anima a quienes identifiquen esta herida a buscar ayuda profesional porque aunque “sanar duele, estamos sembrando semillas para la próxima generación”.
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