Una vez más en Inexpertas de Bésame abordaron un tema de gran interés para miles de personas, las pataletas. Allí, Nuria Pérez, Ph.D. en Educación Psicomotricista y experta en desarrollo y bienestar infantil y familiar, dejó claro que este no es un comportamiento solo de la infancia,
La mayoría de personas creció creyendo que los berrinches son una cosa de niños: esas explosiones de llanto, gritos o patadas que vemos en los supermercados, en las casas, en los parque y que, en teoría, es un comportamiento que se debería dejar atrás al crecer, pero lo cierto es que no siempre es así.
Según Nuria, las pataletas son una forma de expresión emocional que no desaparece con la edad. Simplemente cambian de forma.
¿Por qué hacen pataletas los niños?
La respuesta es sencilla pero profunda: porque no tienen palabras suficientes.
Un niño pequeño que siente frustración, miedo, hambre o cansancio no tiene aún la capacidad verbal para decir “me siento incómodo”, “esto me frustra” o “necesito consuelo”. En cambio, su cuerpo lo expresa todo. Su lenguaje es corporal, visceral, directo.
Por eso llora, grita, se tira al suelo o golpea algo. No lo hace para manipular (como muchas veces creemos los adultos), sino porque esa es su única forma de canalizar lo que está sintiendo.
Sí. La gran diferencia es que, con el tiempo, aprendemos a “disimularlas”.
Ya no lloramos en el supermercado… o al menos no tan seguido. Pero cuando estamos cansados, irritados, heridos o frustrados, muchas veces reaccionamos de forma impulsiva, explosiva o pasivo-agresiva.
Algunas formas adultas de hacer pataleta pueden ser:
– Contestar con sarcasmo o ironía cuando algo nos molesta.
– Hacer “ley del hielo” y dejar de hablarle a alguien sin explicaciones.
– Lanzar portazos o cerrar conversaciones abruptamente.
– Gritar o elevar el tono sin escuchar al otro.
– Desahogarnos con la persona equivocada, solo por no saber cómo manejar lo que sentimos.
– O incluso… comernos el berrinche, sonreír por fuera y guardar todo por dentro (hasta que explota en otro momento).
Nuria explica que estos comportamientos no son otra cosa que pataletas adultas. Emociones desbordadas que no supimos tramitar de forma saludable.
¿Qué nos enseña esto?
Que crecer no significa dejar de sentir intensamente, sino aprender a expresar esas emociones de forma más consciente, respetuosa y empática.
Pero también nos deja ver que muchos adultos seguimos emocionalmente inmaduros en algunos aspectos, simplemente porque nadie nos enseñó cómo lidiar con nuestras emociones de forma saludable.
Así que sí, puede que tú también hagas pataletas. No con llanto y piernas al aire, pero tal vez con silencios incómodos, desplantes o frases hirientes dichas “sin querer”.
Y eso no te hace una mala persona. Solo te recuerda que las emociones necesitan espacio y lenguaje, y que mientras más aprendamos a identificar lo que sentimos y a expresarlo sin herir al otro (ni a nosotros mismos), más sanas serán nuestras relaciones… y nuestras reacciones.
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